El retrato republicano recibe una fuerte influencia de las imagines maiorum -mascarillas de cera que reproducían el rostro de los difuntos y que se conservaban después de su entierro o incineración, costumbre común a muchos pueblos del Lacio - que se colocaban en el altar familiar, en nichos en una pared del atrium, que accedía al impluvium de la casa. Esta cabeza de hombre, de tamaño natural, manifiesta elocuentemente las posibles cualidades morales del individuo: austeridad, mesura, honradez. Técnicamente, es notable el acabado de superficie en la zona de la piel y el uso del taladro en los orificios que indican los rizos del cabello. El pragmatismo que revela esta pieza, la severidad de los rasgos y sobriedad de la expresión son características generales del retrato que se realizaba en la Roma Republicana.